No solo una paloma necesita hablar de ves en cuando. Pero no hablemos de palomas, hablemos de lo humano. Hablemos de nuestra saciedad de encuentro, de nuestros impulsos y deseos, de lo que brota y emboba, de lo que transporta y transforma. De lo que convierte todo en un mundo caleidoscópico, que siempre existió, pero solo el encuentro y el amor nos permite intercalarnos en sus colores y sus formas infinitas.
Hablemos del complemento, del uno que somos siendo dos, de lo que encontramos después de habernos perdido, de que no se ríe si no se ha llorado y no se ama si no se ha odiado. Hablemos en ese lenguaje que no permite palabras y admite escuchar, admirar, mirar, sentir. Hablemos de la sorpresa y lo imprevisto, de esas cosas que no tienen nombre ni menos simple descripción. No hablemos de vos con alas ni de mi con alas. Hablemos de yo con vos y vos conmigo.






al oportuno e inigualable, al inigualablemente oportuno.